Webster, Douglas, Eaves y Hart,
1997, autores del HCR-20 (Valoración del riesgo de comportamientos violentos), definen la violencia como: “un comportamiento que puede causar
daño a los demás, un comportamiento que puede generar miedo a otras personas”.
“El acto violento no se define solamente por las consecuencias que genera sino
que los actos violentos lo son en sí mismos; así, disparar una pistola en medio
de un numeroso grupo de personas, aunque no haya víctimas, es un acto violento.
Podríamos definir, pues, la conducta violenta como aquélla que pretende y
consigue dañar física o psicológicamente a otra u otras personas sin que éstas
hayan consentido en recibir este trato”.
Teoría Clásica del Dolor: el
dolor está clásicamente condicionado y es siempre suficiente en sí mismo para
activar la agresión en los sujetos (Hull, 1943; Pavlov, 1963). El ser
humano procura sufrir el mínimo dolor y, por ello, agrede cuando se siente
amenazado, anticipándose así a cualquier posibilidad de dolor. Si en la lucha
no se obtiene éxito puede sufrir un contraataque y, en este caso, los dos
experimentarán dolor, con lo cual la lucha será cada vez más violenta. Hay, por
tanto, una relación directa entre la intensidad del estímulo y la de la respuesta.
Teoría de la Frustración (Dollard, Miller y col., 1938): cualquier agresión
puede ser atribuida en última instancia a una frustración previa. El estado de
frustración producido por la no consecución de una meta, provoca la aparición
de un proceso de cólera que, cuando alcanza un grado determinado, puede
producir la agresión directa o la verbal. La selección del blanco se hace en
función de aquel que es percibido como la fuente de displacer, pero si no es
alcanzable aparecerá el desplazamiento.
Teorías Sociológicas de la Agresión (Durkheim, 1938): la causa determinante
de la violencia y de cualquier otro hecho social no está en los estados de
conciencia individual, sino en los hechos sociales que la preceden. El grupo
social es una multitud que, para aliviar la amenaza del estrés extremo,
arrastra con fuerza a sus miembros individuales.
La agresividad social puede ser
de dos tipos: individual, es fácilmente predecible, sobre todo cuando los
objetivos son de tipo material e individualista, o bien grupal. Esta última no
se puede predecir tomando como base el patrón educacional recibido por los
sujetos, sino que se predice por el referente comportamental o sujeto colectivo,
el llamado "otro generalizado", al que respetan más que a sí mismos y
hacia el cual dirigen todas sus acciones.
Teoría Catártica de la Agresión: surge de la teoría psicoanalítica (aunque
hay varias corrientes psicológicas que sustentan este concepto), la cual
considera que la catarsis es la única solución al problema de la agresividad.
Supone una descarga de tensión a la vez que una expresión repentina de afecto
anteriormente reprimido cuya liberación es necesaria para mantener el estado de
relajación adecuado. Si se produce la catarsis, la persona se sentirá mejor y menos
agresiva; por el contrario, si el mecanismo de liberación catártica está
bloqueado, el sujeto se pondrá más agresivo. Hay dos tipos de liberación
emotiva: la catarsis verbalizada y la fatiga.
Etología de la Agresión: surge de etólogos y de teorías psicoanalíticas.
Entienden la agresión como una reacción impulsiva e innata, relegada a nivel
inconsciente y no asociada a ningún placer. Las teorías psicoanalíticas hablan
de agresión activa (deseo de herir o de dominar) y de pasividad (deseo de ser
dominado, herido o destruido). No pueden explicar los fines específicos del
impulso agresivo, pero sí distinguen distintos grados de descarga o tensión agresiva.
Teoría Bioquímica o Genética: el comportamiento agresivo se desencadena
como consecuencia de una serie de procesos bioquímicos que tienen lugar en el
interior del organismo y en los que desempeñan un papel decisivo las hormonas.
Se ha demostrado que la noradrenalina es un agente causal de la agresión. En el
trastorno del déficit de atención con hiperactividad (TDAH), sabemos que el componente
genético es muy importante y el ambiental lo puede compensar hasta cierto
punto.
Podemos concretar que existe una
base orgánica para la agresividad sobre la que inciden circunstancias
ambientales e intrapsíquicas produciendo una hipertrofia de dicha agresividad
que se convierte en violencia. Por tanto, el comportamiento violento se podría
condicionar reconduciéndolo hacia la normalidad.
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